Mudarte a un piso nuevo es un caos: cajas por todos lados, muebles a medio montar, el wifi parece estar en huelga, los vecinos te miran raro, la nevera está vacía y, por encima de todo, llega la temida factura de la luz... Si eres inquilino, probablemente te preguntarás si estás atrapado con la tarifa del casero o puedes hacer algo para rascar algún euro. El resultado es pOsItIvO: sí, se puede, pero siempre que seas el titular del contrato.
El titular es la persona que aparece en la factura y ante la ley es responsable de los pagos, y la comercializadora es la empresa que vende la luz y que puede ajustarte el precio y ofrecerte beneficios extra. Aquí es donde OIIO entra en juego, analizando tu consumo real y adaptando tu potencia contratada para encontrar la tarifa que mejor se ajusta a ti. Y lo mejor de todo: gestiona todo el proceso sin que tengas que mover ni un solo dedo.
Cambiar de compañía siendo inquilino tiene varias ventajas claras: primero, ahorrar dinero, porque nadie quiere sorpresas de tres cifras por un mes de invierno; segundo, adaptar la tarifa a tu estilo de vida -aprovechando, por ejemplo, la discriminación horaria si trabajas desde casa-; y tercero, ser independiente (energéticamente hablando).
Aquí tienes algunos consejillos rápidos: si te mudas, avisa o da de baja tu contrato para no dejarle el marrón al siguiente inquilino; revisa la potencia contratada, porque muchas veces está sobredimensionada; y, sobre todo, recuerda que ahorrar con OIIO es como tener un GPS que te guía por el camino del consumo inteligente.
Vamos, que ser inquilino no es un obstáculo para ahorrar. Con un poco de planificación puedes reducir tu factura de la luz y economizar energía (en todos los sentidos). Puede que mudarte siga siendo un caos, pero con OIIO es un caos un poquito más controlado.