Cada verano que pasa, España sufre una nueva ola de incendios. Muchos de ellos provocados por pirómanos, por incendiarios o por despistes humanos. Pero no conviene olvidar que, durante todo el año, se produce un buen número de pequeños incendios, con un origen mucho menos evidente: la electricidad. Son los llamados incendios eléctricos. Aparecen cuando una instalación falla y, sí, pueden darse en cualquier hogar común.
¿Cómo se inicia un incendio eléctrico? Basta un cable en mal estado, un cortocircuito o una sobrecarga para que todo se descontrole. Los cortocircuitos ocurren cuando dos cables que jamás deberían encontrarse deciden hacer contacto. Las sobrecargas llegan cuando enchufas a la misma línea más aparatos de los que aguanta. Y luego están los cables viejos y pelados, de esos que llevan en tu casa más tiempo que tú. Súmale electrodomésticos que se recalientan y hogares con instalaciones sin revisar desde hace décadas… La mezcla es explosiva.
Y ojo con las regletas (esas donde conviven el cargador del móvil, la tele, la Play, la lámpara, el portátil, Alexa y, si te descuidas, hasta la tostadora). Si las usas mal, si tiras del cable en vez de la clavija, si las dejas encendidas todo el día, si acumulan polvo y encima no tienen distintivo CE (Conformidad Europea), lo raro no es que no ardan; lo raro es que todavía sigan vivas.
¿Cómo actuar ante un incendio eléctrico? Regla número uno: NO intentes apagarlo con agua. Lo primero es cortar la corriente desde el cuadro eléctrico. Sin electricidad, el fuego deja de ser eléctrico y pasa a ser un incendio común. Si es pequeño, un extintor clase C puede salvarte el día. Si crece rápido, no te la juegues: sal pitando y llama a los bomberos.
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